- Amor, ya me tengo que ir. Tengo unas reuniones importantes más tarde y tengo que terminar de prepara todo. Por favor acuérdate de llevar tu inhalador, por lo que más quieras. No quiero tener que volver a pasar por lo mismo por lo que pasamos la semana pasada cuando tuviste la crisis y no lo llevabas.
- Bueno, bueno - dijo ella levantando los ojos, luego se acerco a él y empezó acomodarle el saco y la corbata -. Que tengas un buen día. Te amo.
sábado, 28 de agosto de 2010
"No lo recuerdo" - Parte 3
lunes, 23 de agosto de 2010
"No lo recuerdo" - Parte 2
- Me he dado cuenta de que vienes bastante seguido, y que nunca comes. Si no comes te vas enfermar - dijo una mujer joven, tal vez un poco más que él. Tenía cabello castaño acaramelado, largo y suelto que caía a ambos lados de sus hombros, con un flequillo que tapaba un poco más de la mitad de su frente. Unos grandes y profundos ojos casi del mismo tono que su cabello, un poco más rojizo tal vez. Una nariz menuda y unos labios rosa. No utilizaba mucho maquillaje, un poco de delineador alrededor de los ojos y tal vez un poco de rubor sobre las mejillas. “Una mujer que sabe apreciar su belleza natural” pensó él.
- Gracias - dijo él, dudoso, después de una breve pausa. La miró directo a los ojos mientras analizaba la situación. Se dio cuenta de como una amplia sonrisa se iba formando en esos labios rosa.
- Soy Fernanda - dijo por fin ella extendiendo la mano por encima de la mesa.
- Martín - respondió el tímidamente. Extendió su mano lentamente y tomó la de ella. Estaba cálida en comparación con sus siempre frías manos. Realmente agradecía que el lugar tuviera una iluminación baja porque de lo contrario ella ya se habría dado cuenta de cuan sonrojado estaba. A decir verdad era bastante juvenil todavía en esas situaciones, y empezaba a pensar que, para su pesar, siempre lo sería.
"No lo recuerdo"
- ¿Qué pasó? ¿Tuviste una pesadilla?
- Si - respondió él en un suspiro mientras se llevaba la manos, primero a las cienes y luego al cabello desordenado.
- ¿Sobre qué? - preguntó ella mientras con la mano acariciaba en círculos la espalda de su esposo.
- No se, no me acuerdo.
- Ahora no voy a poder volver a dormirme.
- Buenos días señor Martín - sonó desde el otro lado de la linea.
- Buenos días Julieth.
- Señor, es para recordarle que el día de hoy tiene una cita importante con los empresarios de la editorial americana a las 11 de la mañana. A las 2 de la tarde tiene que presentar el informe de la reunión al consejo general y a las 5 debe hacer la entrega de la edición final del libro del señor Correa.
- Gracias, ya estoy terminando de alistarme y salgo para allá, tenga listos los documentos y las copias necesarios para la reunión por favor.
- Si señor. Hasta luego.
- Hasta luego.
miércoles, 4 de agosto de 2010
"Un cuento corto" - En reparaciones
¿preguntas? ¿dudas? ¿sugerencias? ¿algún tema en especial sobre el que quiere alguien que escriba?.... comenten!!!
viernes, 23 de julio de 2010
Un adelanto de lo que se viene...
martes, 30 de marzo de 2010
Un cuento corto
Ese día todo había sido normal, todo había transcurrido como de costumbre. Se había levantado, había desayunado, se había despedido de su esposa, había trabajado todo el día y ahora se disponía a ir a su casa. Bajó lentamente las escaleras hacia el sótano, estaba agotado, había sido, como siempre, un día agitado en la oficina. Entró a su carro y arrancó. Afuera las calles eran un caos entero.
Ahora ya no pensaba en su trabajo, solo podía pensar en su esposa. Se habían casado dos semanas antes y el solo deseaba llegar a su casa y verla, saber que ella estaría ahí siempre para él como él lo estaría para ella. No se contuvo y la llamo desde su celular. Después de una breve conversación y tras el obligatorio intercambio de cariño, colgó y prendió la radio. Ella no había llegado todavía al apartamento por lo que aprovecharía y la sorprendería con un ramo de rosas.
Se desvió un poco del camino y paró en la florería, una vez allí cambio de opinión y compro lirios azules en lugar de rosas. Diez minutos más tarde estaba ya en su apartamento.
Abrió lentamente la puerta y se dio cuenta de que la luz de la sala estaba prendida, ella ya había llegado. Entró pero no logró verla. Buscó en la cocina, y las habitaciones pero no la encontró. De pronto, vio lo que parecían ser unos pies detrás de la mesa del comedor, pensando que estaba jugando, con una sonrisa en su rostro, se acerco sigilosamente.
Su sonrisa se borró y dio paso a una expresión de pánico en el momento en el que se dio cuenta de que ella estaba tendida en el suelo, con un el mango de un cuchillo sobresaliendo de su espalda, la hoja seguía adentro. La sangre todavía fluía pero ella ya no estaba con vida. Él se agachó lentamente y tocó su rostro esperando obtener alguna reacción. Nada. Se percató de que algunas cosas estaban fuera de lugar. Ella debió haber llegado en el momento equivocado y el ladrón la había apuñalado y escapado.
Un ruido vino desde el baño y unos pasos acelerados se acercaron por su espalda. Su rostro mostró una expresión de incrédula sorpresa cuando, justo antes de quedar inconsciente, vio el rostro de su agresor. Todo se volvió negro.
Su cabeza lo estaba matando y por sus ojos salían lo que parecían ser lágrimas. No podía ser cierto. Su esposa estaba muerta y él estaba ahora quien sabe dónde. No podría soportar todo aquello, no podría continuar sin ella.
Entonces escuchó su voz, y todo volvió a iluminarse, ella estaba al lado suyo en la cama, le pedía desesperadamente que despertara. “Todo ha sido una pesadilla” pensó. Se levantó y se aferró a ella en un abrazo que pareció eterno. Lentamente se tranquilizo, pero prefirió ocultar el contenido de su desagradable sueño. No quería cerrar sus ojos de nuevo, cada vez que lo hacía lo único que veía la imagen de su cuerpo sin vida.
Lo extraño del asunto es que no había parecido un sueño, había sido demasiado vívido. Tenía una extraña sensación en su pecho. Vio la pantalla de su celular y no fue capaz de creer lo que estaba viendo. La fecha era la misma del día anterior. No era posible. Llamó a su secretaria y ella le confirmo exactamente las mismas citas que había tenido el día anterior. Después de todo parecía que no había sido simplemente un sueño. Su esposa si había sido asesinada, o lo sería si él no lo evitaba. La vida le había dado una segunda oportunidad y el no la desaprovecharía.
Fingió que todo iba normal y salió “hacia su trabajo”, una extraña sensación recorrió su cuerpo de arriba abajo y por un momento le pareció ver a alguien muy parecido a él bajando las escaleras. Esperó a que ella saliera y entró de nuevo al apartamento. Estaría dentro todo el día hasta que el ladrón apareciera. Esperó y esperó mientras las horas pasaban más lento que de costumbre. No comió, ni siquiera fue al baño, simplemente se limitó a esconderse tras una pared, inmóvil.
Cuando empezó a anochecer miró su reloj y se dio cuenta de que era casi la hora en la que se había comunicado con ella. El momento se acercaba. Su corazón latía cada vez con más fuerza. Cayó en la cuenta de que no recordaba el rostro de quien lo había dejado inconsciente. Entonces lo escucho, el sonido de la puerta abriéndose. Todo estaba tan oscuro que lo único que veía era su difusa silueta contra la gran ventana de la sala. Sin prender la luz vio como el sujeto e acercaba a la gaveta y empezaba a buscar algo en su interior. Era él, tenía que ser él. Tendría que hacer su movimiento rápido y preciso, ella estaba por llegar y no sabía cuándo sería.
Sigilosamente entró en la cocina y tomó uno de los cuchillos que encontró. La silueta seguía buscando en la gaveta cuando él llegó por detrás. Con un rápido e implacable movimiento clavó una, dos y tres veces el cuchillo hasta que la hoja estuvo completamente adentro. Escuchó un leve gemido y sintió como la sangre corría por el mango y llegaba hasta su mano. Soltó el cuchillo y vio como la masa caía. Caminó unos pasos u con la mano encontró el interruptor de la luz. Lo había logrado, había evitado el homicidio de su esposa. Prendió y de nuevo se acerco al individuo.
Se detuvo en seco y su mente dejó de pensar. Su rostro se convirtió en una mueca desfigurada y sus manos cayeron a sus costados sin la fuerza suficiente para levantarse. Detrás de la mesa del comedor estaba ella, tendida en el suelo, con un cuchillo en su espalda mientras su sangre empezaba a regarse sobre la alfombra.
La puerta empezó a abrirse y su cuerpo se movió por inercia hacía el baño. Pero no era inercia, por alguna razón el control sobre sus movimientos ya no le pertenecía. Ya no era capaz de pensar en otra cosa que no fuera la imagen de su esposa muerta, no, asesinada por él mismo en un intento por salvarla.
Por la rendija de puerta entreabierta se vio a él mismo acercarse al cuerpo sin vida, y sintiendo que su cuerpo no era suyo, salió y corrió hacía su figura, se vio voltearse y reconocerse, y sin saber porque, lo único que fue capaz de hacer fue golpear a ese sorprendido reflejo suyo.
sábado, 5 de septiembre de 2009
Sobre la madurez
Poniendo en claro el hecho de que la madurez no existe, lo único en lo que podemos basarnos para argumentar el crecimiento (o la falta de él) de una persona es su nivel de conciencia. La vida se encarga de poner en el camino de una persona experiencias (buenas y/o malas) que permiten que ésta, si las interpreta de la manera correcta obtenga una conciencia diferente, aplicable no solo a situaciones del mismo tipo sino también a las asociadas. En la medida en que dos personas hayan vivido más cosas y a su vez tengan más conocimientos, estas dos personas podrán entablar una conversación, no necesariamente en los mismo términos pero por lo menos en igualdad de condiciones. Del mismo modo, en la medida en que se obtienen más conciencias, los individuos pueden actuar de manera más acertada en las diferentes clases de situaciones que se les presenten.