Historia Nueva

Y allí estaba de nuevo, aquella mirada que con tanta frecuencia aparecía en su rostro últimamente, aquella mirada de resignado remordimiento, aquella mirada que aparecía cada vez que la veía, esa mirada que además dejaba entrever la cobardía y poca confianza que tenia frente a las mujeres que le interesaban.
Lo más probable era que no fuera a ser capaz de superar ese episodio. Tal vez nunca sería capaz de conectarse así con nadie más. Nunca sería capaz de entablar una relación en la que como mínimo hubiera la mitad de conexión con nadie más. Aunque el contacto físico había sido casi nulo (hasta los momentos finales), aunque incluso no habían cruzado casi palabras, él la conocía ahora perfectamente, sus miedos, sus ilusiones, incluso sus tics, y a su vez, aunque no se diera cuenta, ella lo conocía a el mejor que nadie en el mundo, solo a ella le había dejado ver su verdadero ser.
Y sin embargo estaba allí, después de todo por lo que habían pasado y aun no era capaz de hablarle. Es más, ella, de alguna manera, fingía que todo aquello no había pasado, o al menos eso le parecía a él.
Todo había empezado con la salida de campo.

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Él era un muchacho reservado, tal vez demasiado. Había en realidad pocas personas que hablaran con él, y de esas pocas solo a uno lo consideraba como su amigo, y ni aun a él le revelaba poco. A decir verdad, era un muchacho bastante solitario, estaba convencido de que sus cosas no tenían porque importarle a nadie (casi nadie) más que a él, y que a decir verdad a nadie más le importaban. El hecho es que cada vez que había intentado ser un poco más elocuente respecto a lo que sentía se había topado con una serie de personas a las que no les importaba o ni siquiera lo entendían. Así que esa vez, cuando pidieron a los estudiantes de penúltimo año hacerse en parejas, no le sorprendió, ni afecto, el hecho de haber quedado solo, al contrario, le pareció un beneficio el no tener que entablar otra aburrida conversación.

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Ella, por su lado, era lo que se podría decir “popular”. Era simplemente hermosa (hasta él lo reconocía), era inteligente, aunque le costaban un poco las matemáticas, y además (y lo más importante para ella), era la novia del muchacho más popular y adinerado del colegio entero. Su vida entera había transcurrido dentro de una burbuja en la que solo las apariencias importaban, y ni siquiera todo ese potencial que había dentro de ella podía ver a través de eso y darse cuenta de las cosas realmente importantes. Y sin embargo, toda aquella popularidad no parecía ser suficiente para ella, de alguna manera, aunque creía tenerlo todo, había un hoyo en su interior, a pesar de estar rodeada de personas que la miraban con admiración casi ciega, se sentía una más del montón, no se sentía especial, se sentía sola. A decir verdad, lo que sucedería más adelante ese día seria igual de importante para ella como lo fue para él.
Ese día, su novio no había podido ir a la salida. Todas sus amigas planeaban aprovechar el momento para seducir a sus sujetos de interés, por lo que ya tenían sus parejas auto asignadas y por ningún motivo iban a cambiar sus planes, ni siquiera por su “más querida amiga”. Para su tormento, tendría que estar sola durante todo el recorrido, o peor aún, con alguno de esos idiotas de su curso.
Para el momento en el que se había terminado la asignación de parejas, el destino, o lo que sea que fuera, ya había jugado sus cartas y los únicos que quedaban solos eran ellos dos. Como era de esperarse, y a pesar de todos los reclamos por parte de ella, la profesora los puso juntos.
-        Seamos honestos, a mí tampoco me gusta la idea de estar con usted todo este tiempo, así que hagamos esto sencillo ¿Sí? Usted no me habla y yo no le hablo a menos que sea absolutamente necesario.
Ella abrió su boca intentando dar una respuesta, pero las palabras no salieron de ella, ni siquiera pudieron organizarse en su cabeza. Simplemente estaba en shock. ¿Cómo era posible que alguien no pudiera disfrutar estando con ella? ¿Cómo era posible que este geek no se diera cuenta de la oportunidad que tenía en frente? ¿Es que no se daba cuenta de que con suerte, y portándose bien con ella, lograría obtener tal vez, y solo tal vez, algo de posición dentro de la complicada estructura social del colegio?
Lo miró a los ojos (mientras cerraba la boca) e intentó darle su peor mirada. Él mantuvo el contacto visual cómo si nada de aquello lo afectara y ella no pudo evitar notar todo el carácter que había detrás de esos ojos de color extrañamente indefinido. Por un momento todo pareció detenerse y ella ni siquiera se dio cuenta de que sus amigas pasaban por su lado exhibiendo sus sonrisas burlonas. Haciendo una mueca de asco, él apartó por fin su mirada y empezó a caminar. Desconcertada, ella no puedo hacer más que verlo alejarse y reunirse con otro muchacho. ¿Cómo podía existir alguien que no sucumbiera bajo su influencia? ¿Cómo podía existir alguien tan despreocupado? ¿Tan frío? ¿Tan seco? ¿Tan, tan… GROSERO?

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Él la vio abrir su boca y esperó oír algún reclamo infantil, sin embargo, ella no dijo nada, al parecer se había arrepentido, o tal vez no. Lo miró, en cambio, a los ojos con una expresión de rabieta infantil que lo divirtió bastante (tuvo que contener la sonrisa que estuvo a punto de aparecer en su rostro) y que lentamente fue dando par a una mirada neutral y casi vacía. El mantuvo su mirada firme mientras, sin que ella se diera cuenta, la leía. Lo que vio lo sorprendió y desconcertó al mismo tiempo.
Detrás de toda esa popularidad y esa aparente felicidad, él logró descubrir niveles insospechados de soledad, inseguridad y miedo. ¿Era posible que todos fueran como él? ¿Era posible que no fuera el único ser que estuviera tan solo cómo él lo estaba? Hacerse todas esas preguntas y ver la posible respuesta lo asusto, ella lo asusto en una medida que nunca podría saber. ¿Podría ser ella diferente? Tal vez era mejor que no lo supiera nunca. Alejó estos pensamientos de su mente mientras, de reojo, veía como por su lado pasaba el grupo de amigas de ella. Aquel grupo de personas superficiales y estúpidas que miraban a más de la mitad del mundo por encima del hombro, como si fueran inferiores a ellas. Aquel grupo que no sabía nada de la vida real. Tarde o temprano se estrellarían contra el mundo, y él deseaba estar presente en ese momento. Aquel grupo al que ella pertenecía, no debía olvidarlo, no se lo permitiría (al menos eso pensaba).
No pudo evitar sentir repulsión en el momento en el que se dio cuenta de que la miraban a ella con expresión de burlesco gozo. No era difícil saber lo que estaba pasando por sus cabezas, con toda seguridad estarían disfrutando de verla a ella obligada a estar con él. Es más, estarían pensando ya en el posible provecho futuro que el hecho pudiera tener.
¿Podría ser ella diferente?
Por fin pudo dejar de mirarla, y con una expresión de asco se alejo de ella. Luego se lamentaría al enterarse de que ella había pensado que esa mirada iba dirigida a ella. Más adelante encontró a Camilo, si amigo. Vio que tenía cara de estar divirtiéndose a cuesta suya y pudo relajarse.
-        Qué pena hermano, pero sabe que no puedo dejar pasar esta oportunidad de lograr algo con Alejandra – dijo el cambiando su expresión por una mueca exagerada de vergüenza de esas que tan bien se le daban, y en la que todo el mundo (menos él) caía.
-        ¡Bah! No importa – respondió él haciendo un ademán con la mano.
-        Igual mire que salió beneficiado, hubiera sabido yo que le iba a tocar con ella me quedo sin pareja – dijo en medio de la risa.
No desde muy lejos se escuchó la voz de Alejandra llamando a Camilo, este se despidió y se fue. Él por su lado, se volteó lentamente y la vio allí parada todavía, en el mismo lugar en el que la había dejado. ¿Podría ser ella diferente? Por más que lo quería, y por más que trataba de evitarla, la inquietud seguía acechándolo. Tal vez había sido demasiado duro con ella, demasiado rudo. No podía simplemente no darle la oportunidad ¿Qué clase de hipócrita sería si hiciera lo mismo que las personas a quienes repudiaba hacían y no le daba una simple oportunidad?
¿Pero en qué estaba pensando? Lo más probable es que ella fuera una más del montón, que fuera igual al resto de sus amigas. ¿Qué había en esa mirada que lo había hecho cuestionarse de esa manera? ¿Qué había en ELLA? Tenía que averiguarlo, pero su orgullo y su prudencia eran lo suficientemente fuertes como para advertirle que no debía retirar sus palabras y esperar a que ella rompiera el silencio.
Empezó a sonreír, se arrepintió y volvió a la seriedad, levanto la mano y con un ademán le indico que se acercara.

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Por alguna razón que no pudo definir, su cuerpo parecía no responderle. Se quedó absolutamente inmóvil mientras lo observaba conversar con su amigo, este parecía estar disculpándose por algo. Era extraño estar contemplando la escena, nunca se había fijado en otras personas aparte de sus amigos, no con esa in-entendible atención con la que lo estaba haciendo en ese momento.
Lo vio sonreír por primera vez y se dijo a si misma que tal vez no era un sujeto tan frío después de todo. Sin embargo eso no quitaba el hecho de que había sido grosero con ella, no podía darle ese tipo de licencias a nadie. Tarde o temprano él tendría que romper el silencio, nadie se resistía a hablar con ella, y el no sería el primero.
Igual, ¿Qué importaba?, mejor incluso si no le hablaba. Al fin y al cabo él no tenía muchos amigos y no se interesaría por ella sino por su popularidad. Estaba cansada de eso, cansada de tener gente detrás de ella observándola todo el tiempo, gente que solo esperaba obtener un poco de la luz que la vida le había dado a ella, o al menos eso decía su padre.
Últimamente se preguntaba mucho si la vida que llevaba era realmente el tipo de vida que quería tener. Hacer las cosas solo por lo que los demás dijeran, hacer cosas que a veces ni siquiera le gustaban solo porque era lo que “tenía” que hacer para mantener su posición. Cada vez sentía más esa necesidad por algo que le era desconocido, y que sin embargo anhelaba con todo su ser.
Tal vez había algo que el resto del mundo pudiera ofrecerle, tal vez encontraría lo que estaba buscando, aun sin saber que era, en algún lugar afuera del entorno en el que siempre había estado. Incluso llego a considerar, solo por un momento, la posibilidad de que ese muchacho distante y desconocido pudiera llegar a ser la puerta que la dejara salir a ver el mundo tal y como era. Pero fue solo un momento, su ser no estaba todavía totalmente convencido de que aquel cambio fuera bueno, y era simplemente normal. Además, ¿Él?, estaba segura de que había un millón de posibilidades que eran mejores que ese insípido y rígido personaje.
Tan absorta estaba, que no se dio cuenta de que era la última persona que quedaba en donde estaban los buses. Lo vio hacerle un ademán con las mano y por un momento, solo por un momento, le pareció ver una tímida sonrisa formarse en su boca. Cerró sus ojos con incredulidad varias veces. Si, había sido una impresión simplemente, allí estaba él, moviendo su mano con aquella expresión de indiferencia en su cara, y con él, esa distancia que parecía insondable.
Comenzó a caminar hacia el lugar en donde él estaba. Se dio cuenta de que él la estaba mirando, pero había algo diferente en su mirada. Parecía como si, de algún modo, hubiera aún más determinación en él , y tal vez un poco de curiosidad. Era una mirada intensa. Recordaría esa mirada por mucho tiempo, y por mucho tiempo se preguntaría lo que podía significar. Llegó a su lado y él, sin decir una sola palabra, simplemente giro 180º sobre los talones y comenzó a caminar, primero con un paso acelerado, que a ella le costó seguir, y luego a una velocidad menor.
Cuando llegaron a donde estaba el resto del grupo estaban dando las indicaciones de seguridad. El lugar había sido en alguna época una de las más grandes minas de oro, pero había sido abandonada una vez se habían acabado las reservas del metal. Muchos años después lo convirtieron en una atracción turística, una algo peligrosa si le preguntaban a ella. Lo cierto es que estaba un poco asustada, siempre la habían asustado los lugares reducidos, no era claustrofobia pero creía que con él tiempo, y bajo las circunstancias correctas podía llegar perfectamente a eso.
Se hizo una fila atrás de un viejo ascensor, una cabina (que más bien parecía una capsula) con paredes de reja oxidada. Era el ascensor original, les había explicado el guía. Cuando bajaba, las poleas y el cable chirreaban. Ella empezó a sentirse nerviosa a medida que se acercaban,  el volumen del sonido parecía aumentarse a cada paso y empezaba a martillar en su cabeza. Miró a su alrededor pero parecía ser la única consciente del asunto, en un último arrebato de esperanza decidió girar su cabeza al único punto a donde no la había dirigido, él. Y allí estaba, otra de esas miradas indescifrables, con una ceja a medio levantar sus ojos parecían estar posándose sobre la parte superior del ascensor, el lugar donde estaban las poleas, y la boca un poco tensionada casi parecía que estuviera divirtiéndose con algo que ella no lograba percibir.