Como había prometido, aquí empezamos con la versión re-escrita de una de las entradas anteriores "Un cuento corto". Aún no tiene un titulo definido, estoy estudiando las opciones. Esta es la primera parte, pero a diferencia de otras ocasiones no va a haber tanto tiempo entre parte y parte, a decir ya tengo escrita la gran mayoría. Comenzando hoy (con esta) y por lo menos por los próximos 4 días voy a hacer una entrada diaria con un fragmento del cuento, que esta vez ya no es tan corto como su versión predecesora. También he de mencionar que pueden venir más sorpresas
P.S: El blog alcanzó las 500 visitas el pasado domingo!!! He notado un gran crecimiento en el número de visitas... las últimas 100 visitas entraron en los últimos 15 días!!! Les agradezco a todos los que están siguiendo el blog y a los que lo han difundido. Esperemos que estas cifras sigan creciendo, así yo también me veo más motivado y haré entradas más seguido. Les recuerdo una vez más las opciones para compartir al final de cada entrega y las de comentario rápido. GRACIAS!!! (de nuevo)
Después de tener una pesadilla, Martín despertó exaltado en medio de la noche. Se incorporó rápidamente en su cama despertando a Fernanda, su esposa. Ella prendió la lampara que estaba en la mesa de noche.
- ¿Qué pasó? ¿Tuviste una pesadilla?
- Si - respondió él en un suspiro mientras se llevaba la manos, primero a las cienes y luego al cabello desordenado.
- ¿Sobre qué? - preguntó ella mientras con la mano acariciaba en círculos la espalda de su esposo.
- No se, no me acuerdo.
Eran las 4 de la mañana.
Acercándose lentamente, Fernanda le dio un beso en la parte de atrás del cuello, un escalofrío recorrió su cuerpo entero y él logró predecir, mientras una sonrisa se formaba en su cara, el comentario que ella haría.
- Ahora no voy a poder volver a dormirme.
Él volteó su rostro y le dio un beso. Hicieron el amor hasta que el despertador sonó dos horas después, y sin embargo, aquella sensación de angustia, de que algo estaba absolutamente fuera de lugar no lograba salir de su pecho, oprimiendo casi hasta el punto del dolor.
Él se levantó primero. Se dio una breve ducha con agua fría y empezó a alistarse para lo que suponía un arduo día de trabajo en la editorial.
Mientras se abotonaba los puños de la camisa empezó a sonar su celular. Era su secretaria.
- Buenos días señor Martín - sonó desde el otro lado de la linea.
- Buenos días Julieth.
- Señor, es para recordarle que el día de hoy tiene una cita importante con los empresarios de la editorial americana a las 11 de la mañana. A las 2 de la tarde tiene que presentar el informe de la reunión al consejo general y a las 5 debe hacer la entrega de la edición final del libro del señor Correa.
- Gracias, ya estoy terminando de alistarme y salgo para allá, tenga listos los documentos y las copias necesarios para la reunión por favor.
- Si señor. Hasta luego.
- Hasta luego.
Alejandro colgó y puso el celular de nuevo en el bolsillo de su pantalón. En realidad no solía vestir tan formal como ese día, sin embargo creía que podría acostumbrarse de ser necesario, no era tan incomodo, excepto por la corbata.
Con una parsimonia poco común en él, continuó alistándose. Se puso unos zapatos negros de corte inglés y se amarró los cordones con un doble nudo para evitar que se desamarraran (como siempre le sucedía) más adelante.
Por último abrió uno de los cajones del armario y sacó la única corbata que poseía. Con lineas diagonales azul casi celeste, la prenda combinaba perfectamente con sus ojos. Era en realidad el mismo traje que llevaba la primera vez que había conocido a Fernanda.
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