Hace mucho no ponía nada, y como dice el titulo... un adelanto de lo que se viene por delante con este relato que me ha atrapado, en especial por su personaje femenino... con el tiempo iré contando el por qué, aunque supongo que se notará a medida que la historia avance... una vez mas recomiendo al que este leyendo esto que por favor difunda el blog (si le gusta)... es muy importante para mi saber la opinión de los demás acerca de estos textos... active unas nuevas opciones para compartir n diferentes redes sociales y para dar opiniones rápidas, las encontrarán en la parte de abajo de cada entrada... si pueden les agradecería comentaran... no siendo más los dejo con este apartado, que no es el primero (quiero decir el inicio de la historia) y esperemos que no sea el último...
- ¿Por qué te gusto todavía?
- Porque si.
- Esa no es una respuesta – reclamó ella con cierto tono de indignación en su voz.
- Claro que lo es.
- No sabes cuanto me molestan tus respuestas.
- Entonces, dime tu, ¿Por qué te gusto todavía?
- Mmm… porque si – dijo en voz baja, casi un susurro. Sintió como la temperatura de su rostro aumentaba mientras se ruborizaba. No podía decirle lo que estaba sintiendo, ni aunque lo intentara, a decir verdad todo eso la superaba en esos momentos. Volteó su cabeza y sus ojos se encontraron con los de él. No supo cuanto tiempo paso mientras se miraban fijamente. Luego, lentamente, él acerco su cara a la suya y la beso. Un beso tímido y tierno. Su corazón y su respiración empezaron a acelerarse como aquella vez y se dio cuenta de que todas sus preocupaciones habían sido en vano, él no había cambiado, al menos no en lo que importaba.
- Eso es suficiente para mi – dijo sonriente mientras apartaba la mirada y la devolvía a la ciudad, la inmensa urbe que pronto los absorbería de nuevo y en donde se separarían. Era absurdo, acababan de reencontrarse pero ella ya no soportaba la simple idea de estar separada de él, ya no más.
Escrutó su rostro en busca de señales que le dijeran que no era cierto, que eso no era suficiente para él. ¿Cómo podía serlo? Era inverosímil pensar en la sola idea. Cualquiera querría saber las razones, era más que lógico. Y ese era el quid del asunto, él no era cualquiera, jamás lo había sido, y aunque reclamara con todas sus fuerzas que todos sus actos eran simplemente actos lógicos, lo cierto era que todo su ser desafiaba toda lógica que ella pudiera comprender. De nuevo sintió esa distancia que al parecer siempre la separaría de él.
•••
- ¿Por qué te gusto todavía? – la escuchó preguntar.
La pregunta lo tomó por sorpresa, pero mantuvo su expresión lo más tranquila posible, aún sabiendo que ella no lo estaba mirando. No es que no lo supiera, no es que no lo hubiera pensado. A decir verdad lo había pensado muchas veces.
- Porque si
- Esa no es una respuesta – casi pudo ver en su mente la imagen de la expresión que debía tener en su rostro en ese momento. ¿Qué debía hacer? El hecho es que seguía siendo un completo idiota en esos asuntos.
- Claro que lo es
- No sabes cuanto me molestan tus respuestas.
- Entonces, dime tu, ¿Por qué te gusto todavía? – preguntó él disimulando el tono de expectación en su voz, aunque estaba casi seguro de que no había tenido mucho éxito.
- Mmm... porque si.
Volteó su cabeza hacía ella. Estaba sonrojada, y su expresión dejaba entrever un poco de confusión. Era la misma de siempre, la misma muchacha a la que sus sentimientos tomaban por sorpresa, la misma muchacha que necesitaba las razones para todo.
Ella se volteo lentamente y sus miradas se encontraron. En ese momento, él supo que había encontrado lo que había estado buscando. Aquella deliciosa sensación empezó a recorrer su cuerpo con una fuerza que desde hacía mucho no podía desatar. Empezó en su estomago y desde ahí se fue ampliando. Quería hacer su próximo movimiento pero estaba temeroso de que aquella sensación que tanto había anhelado se perdiera. Decidió quedarse así mientras se entregaba a lo que sentía.
De pronto, ya no pudo contenerse más. Acercó lentamente su rostro al de ella. Cuando llegó al punto en el que podía sentir su respiración acelerada contra su cara supo que no había vuelta atrás. Algo empezó a comprimirse en su cuerpo, algo que se libero cuando los labios se encontraron de nuevo. Con los ojos cerrados se entregó de nuevo, y como jamas lo había hecho, a esa exploración.
Era increíble, pero era tal y como lo recordaba. Había llegado a convencerse de que después de tanto tiempo lo que creía recordar era solamente una absurda amplificación de lo que en realidad había pasado. Incluso llego a dudar que hubiera pasado alguna vez. Pero no, allí estaba de nuevo. Esos labios absurdamente suaves, con esa cicatriz que era solo perceptible de ese modo.
- Eso es suficiente para mi – dijo separando, con esfuerzo, su rostro. Devolvió la mirada a la ciudad, aquella cosa que siempre le había parecido una maravilla y que en ese momento se veía como algo insignificante ante la magnitud de lo que estaba pasando.
“Eso es suficiente para mi” repitió en su cabeza. Y en realidad lo era. El solo hecho de que ella siguiera a su lado, y de que hubiera aceptado ese beso eran suficientes razones para él. A decir verdad él no era alguien que necesitara muchas razones, al fin y al cabo pensaba que nada tenía una razón primera. Si se le preguntaba a cualquiera el por qué le gustaba algo, y no conformándose con la primera respuesta se seguía indagando sobre el por qué de cada razón, llegaría el punto en el que los argumentos se acabarían y no existiría una razón primera para ese gusto. “Porque si” era la mejor respuesta que podía dar, todo lo demás, si bien no eran inventos, si serían intentos por racionalizar algo que no obedecía a razones.
El amor no era más que un capricho del corazón. Un niño caprichoso no entiende razones, no le importa si ya tiene mil juguetes, si sus padres no tienen dinero o si es la petición más absurda una vez se encapricha. Y así era el amor. Muchas traiciones se habían perdonado, muchos problemas habían acabado, o comenzado, por amor. La mismísima Troya había sido destruida porque Helena y su amante no entendieron razones, su amor los cegó. Ni siquiera los dioses estaban exentos a los efectos del capricho.
Hace bastante tiempo se había dado cuenta de que todos sus intentos, y los de cualquiera, por ser “único” no eran más que acciones fútiles. NUNCA se podía ser único como uno lo quería. No existían actitudes, gustos o acciones que no fueran compartidas con miles de personas en el planeta, es más, muchas de esas personas las encontrábamos sin mucho esfuerzo a nuestro alrededor, es por eso que teníamos amigos. Siendo totalmente únicos no seriamos capaces de relacionarnos con nadie, tendríamos gustos, actitudes y maneras de ser completamente únicas que no se podrían compaginar con las de los demás.
Y sin embargo, a pesar de que se podían encontrar personas absolutamente parecidas, el corazón era capaz de enamorarse de una sola, de encapricharse. Esa era en realidad la única manera de ser “único”, que el corazón de otra persona se encaprichara con uno.
ALVAREEETO ME GUSTA ME GUSTA...
ResponderEliminar:)
ME GUSTA MUCHO!!