miércoles, 4 de agosto de 2010

"Un cuento corto" - En reparaciones

Hace 2 entradas publiqué "un cuento corto", algo que escribí en 10 minutos después de que se me ocurriera la idea. Ahora que vuelvo a leerlo me doy cuenta de ciertos vacíos que quedaron del afán. Dentro de poco podrán ver la versión "revisited", tal vez con un nombre esta vez.

¿preguntas? ¿dudas? ¿sugerencias? ¿algún tema en especial sobre el que quiere alguien que escriba?.... comenten!!!

viernes, 23 de julio de 2010

Un adelanto de lo que se viene...

Hace mucho no ponía nada, y como dice el titulo... un adelanto de lo que se viene por delante con este relato que me ha atrapado, en especial por su personaje femenino... con el tiempo iré contando el por qué, aunque supongo que se notará a medida que la historia avance... una vez mas recomiendo al que este leyendo esto que por favor difunda el blog (si le gusta)... es muy importante para mi saber la opinión de los demás acerca de estos textos... active unas nuevas opciones para compartir n diferentes redes sociales y para dar opiniones rápidas, las encontrarán en la parte de abajo de cada entrada... si pueden les agradecería comentaran... no siendo más los dejo con este apartado, que no es el primero (quiero decir el inicio de la historia) y esperemos que no sea el último...


- ¿Por qué te gusto todavía?
- Porque si.
- Esa no es una respuesta – reclamó ella con cierto tono de indignación en su voz.
- Claro que lo es.
- No sabes cuanto me molestan tus respuestas.
- Entonces, dime tu, ¿Por qué te gusto todavía?
- Mmm… porque si – dijo en voz baja, casi un susurro. Sintió como la temperatura de su rostro aumentaba mientras se ruborizaba. No podía decirle lo que estaba sintiendo, ni aunque lo intentara, a decir verdad todo eso la superaba en esos momentos. Volteó su cabeza y sus ojos se encontraron con los de él. No supo cuanto tiempo paso mientras se miraban fijamente. Luego, lentamente, él acerco su cara a la suya y la beso. Un beso tímido y tierno. Su corazón y su respiración empezaron a acelerarse como aquella vez y se dio cuenta de que todas sus preocupaciones habían sido en vano, él no había cambiado, al menos no en lo que importaba.
- Eso es suficiente para mi – dijo sonriente mientras apartaba la mirada y la devolvía a la ciudad, la inmensa urbe que pronto los absorbería de nuevo y en donde se separarían. Era absurdo, acababan de reencontrarse pero ella ya no soportaba la simple idea de estar separada de él, ya no más.
Escrutó su rostro en busca de señales que le dijeran que no era cierto, que eso no era suficiente para él. ¿Cómo podía serlo? Era inverosímil pensar en la sola idea. Cualquiera querría saber las razones, era más que lógico. Y ese era el quid del asunto, él no era cualquiera, jamás lo había sido, y aunque reclamara con todas sus fuerzas que todos sus actos eran simplemente actos lógicos, lo cierto era que todo su ser desafiaba toda lógica que ella pudiera comprender. De nuevo sintió esa distancia que al parecer siempre la separaría de él.
•••
- ¿Por qué te gusto todavía? – la escuchó preguntar.
La pregunta lo tomó por sorpresa, pero mantuvo su expresión lo más tranquila posible, aún sabiendo que ella no lo estaba mirando. No es que no lo supiera, no es que no lo hubiera pensado. A decir verdad lo había pensado muchas veces.
- Porque si
- Esa no es una respuesta – casi pudo ver en su mente la imagen de la expresión que debía tener en su rostro en ese momento. ¿Qué debía hacer? El hecho es que seguía siendo un completo idiota en esos asuntos.
- Claro que lo es
- No sabes cuanto me molestan tus respuestas.
- Entonces, dime tu, ¿Por qué te gusto todavía? – preguntó él disimulando el tono de expectación en su voz, aunque estaba casi seguro de que no había tenido mucho éxito.
- Mmm... porque si.
Volteó su cabeza hacía ella. Estaba sonrojada, y su expresión dejaba entrever un poco de confusión. Era la misma de siempre, la misma muchacha a la que sus sentimientos tomaban por sorpresa, la misma muchacha que necesitaba las razones para todo.
Ella se volteo lentamente y sus miradas se encontraron. En ese momento, él supo que había encontrado lo que había estado buscando. Aquella deliciosa sensación empezó a recorrer su cuerpo con una fuerza que desde hacía mucho no podía desatar. Empezó en su estomago y desde ahí se fue ampliando. Quería hacer su próximo movimiento pero estaba temeroso de que aquella sensación que tanto había anhelado se perdiera. Decidió quedarse así mientras se entregaba a lo que sentía.
De pronto, ya no pudo contenerse más. Acercó lentamente su rostro al de ella. Cuando llegó al punto en el que podía sentir su respiración acelerada contra su cara supo que no había vuelta atrás. Algo empezó a comprimirse en su cuerpo, algo que se libero cuando los labios se encontraron de nuevo. Con los ojos cerrados se entregó de nuevo, y como jamas lo había hecho, a esa exploración.
Era increíble, pero era tal y como lo recordaba. Había llegado a convencerse de que después de tanto tiempo lo que creía recordar era solamente una absurda amplificación de lo que en realidad había pasado. Incluso llego a dudar que hubiera pasado alguna vez. Pero no, allí estaba de nuevo. Esos labios absurdamente suaves, con esa cicatriz que era solo perceptible de ese modo.
- Eso es suficiente para mi – dijo separando, con esfuerzo, su rostro. Devolvió la mirada a la ciudad, aquella cosa que siempre le había parecido una maravilla y que en ese momento se veía como algo insignificante ante la magnitud de lo que estaba pasando.
“Eso es suficiente para mi” repitió en su cabeza. Y en realidad lo era. El solo hecho de que ella siguiera a su lado, y de que hubiera aceptado ese beso eran suficientes razones para él. A decir verdad él no era alguien que necesitara muchas razones, al fin y al cabo pensaba que nada tenía una razón primera. Si se le preguntaba a cualquiera el por qué le gustaba algo, y no conformándose con la primera respuesta se seguía indagando sobre el por qué de cada razón, llegaría el punto en el que los argumentos se acabarían y no existiría una razón primera para ese gusto. “Porque si” era la mejor respuesta que podía dar, todo lo demás, si bien no eran inventos, si serían intentos por racionalizar algo que no obedecía a razones.
El amor no era más que un capricho del corazón. Un niño caprichoso no entiende razones, no le importa si ya tiene mil juguetes, si sus padres no tienen dinero o si es la petición más absurda una vez se encapricha. Y así era el amor. Muchas traiciones se habían perdonado, muchos problemas habían acabado, o comenzado, por amor. La mismísima Troya había sido destruida porque Helena y su amante no entendieron razones, su amor los cegó. Ni siquiera los dioses estaban exentos a los efectos del capricho.
Hace bastante tiempo se había dado cuenta de que todos sus intentos, y los de cualquiera, por ser “único” no eran más que acciones fútiles. NUNCA se podía ser único como uno lo quería. No existían actitudes, gustos o acciones que no fueran compartidas con miles de personas en el planeta, es más, muchas de esas personas las encontrábamos sin mucho esfuerzo a nuestro alrededor, es por eso que teníamos amigos. Siendo totalmente únicos no seriamos capaces de relacionarnos con nadie, tendríamos gustos, actitudes y maneras de ser completamente únicas que no se podrían compaginar con las de los demás.
Y sin embargo, a pesar de que se podían encontrar personas absolutamente parecidas, el corazón era capaz de enamorarse de una sola, de encapricharse. Esa era en realidad la única manera de ser “único”, que el corazón de otra persona se encaprichara con uno.

martes, 30 de marzo de 2010

Un cuento corto

Un cuento corto, sin titulo (por ahora). se me ocurrio hace 10 minutos y acabo de terminar de escribirlo.

Ese día todo había sido normal, todo había transcurrido como de costumbre. Se había levantado, había desayunado, se había despedido de su esposa, había trabajado todo el día y ahora se disponía a ir a su casa. Bajó lentamente las escaleras hacia el sótano, estaba agotado, había sido, como siempre, un día agitado en la oficina. Entró a su carro y arrancó. Afuera las calles eran un caos entero.

Ahora ya no pensaba en su trabajo, solo podía pensar en su esposa. Se habían casado dos semanas antes y el solo deseaba llegar a su casa y verla, saber que ella estaría ahí siempre para él como él lo estaría para ella. No se contuvo y la llamo desde su celular. Después de una breve conversación y tras el obligatorio intercambio de cariño, colgó y prendió la radio. Ella no había llegado todavía al apartamento por lo que aprovecharía y la sorprendería con un ramo de rosas.

Se desvió un poco del camino y paró en la florería, una vez allí cambio de opinión y compro lirios azules en lugar de rosas. Diez minutos más tarde estaba ya en su apartamento.

Abrió lentamente la puerta y se dio cuenta de que la luz de la sala estaba prendida, ella ya había llegado. Entró pero no logró verla. Buscó en la cocina, y las habitaciones pero no la encontró. De pronto, vio lo que parecían ser unos pies detrás de la mesa del comedor, pensando que estaba jugando, con una sonrisa en su rostro, se acerco sigilosamente.

Su sonrisa se borró y dio paso a una expresión de pánico en el momento en el que se dio cuenta de que ella estaba tendida en el suelo, con un el mango de un cuchillo sobresaliendo de su espalda, la hoja seguía adentro. La sangre todavía fluía pero ella ya no estaba con vida. Él se agachó lentamente y tocó su rostro esperando obtener alguna reacción. Nada. Se percató de que algunas cosas estaban fuera de lugar. Ella debió haber llegado en el momento equivocado y el ladrón la había apuñalado y escapado.

Un ruido vino desde el baño y unos pasos acelerados se acercaron por su espalda. Su rostro mostró una expresión de incrédula sorpresa cuando, justo antes de quedar inconsciente, vio el rostro de su agresor. Todo se volvió negro.

Su cabeza lo estaba matando y por sus ojos salían lo que parecían ser lágrimas. No podía ser cierto. Su esposa estaba muerta y él estaba ahora quien sabe dónde. No podría soportar todo aquello, no podría continuar sin ella.

Entonces escuchó su voz, y todo volvió a iluminarse, ella estaba al lado suyo en la cama, le pedía desesperadamente que despertara. “Todo ha sido una pesadilla” pensó. Se levantó y se aferró a ella en un abrazo que pareció eterno. Lentamente se tranquilizo, pero prefirió ocultar el contenido de su desagradable sueño. No quería cerrar sus ojos de nuevo, cada vez que lo hacía lo único que veía la imagen de su cuerpo sin vida.

Lo extraño del asunto es que no había parecido un sueño, había sido demasiado vívido. Tenía una extraña sensación en su pecho. Vio la pantalla de su celular y no fue capaz de creer lo que estaba viendo. La fecha era la misma del día anterior. No era posible. Llamó a su secretaria y ella le confirmo exactamente las mismas citas que había tenido el día anterior. Después de todo parecía que no había sido simplemente un sueño. Su esposa si había sido asesinada, o lo sería si él no lo evitaba. La vida le había dado una segunda oportunidad y el no la desaprovecharía.

Fingió que todo iba normal y salió “hacia su trabajo”, una extraña sensación recorrió su cuerpo de arriba abajo y por un momento le pareció ver a alguien muy parecido a él bajando las escaleras. Esperó a que ella saliera y entró de nuevo al apartamento. Estaría dentro todo el día hasta que el ladrón apareciera. Esperó y esperó mientras las horas pasaban más lento que de costumbre. No comió, ni siquiera fue al baño, simplemente se limitó a esconderse tras una pared, inmóvil.

Cuando empezó a anochecer miró su reloj y se dio cuenta de que era casi la hora en la que se había comunicado con ella. El momento se acercaba. Su corazón latía cada vez con más fuerza. Cayó en la cuenta de que no recordaba el rostro de quien lo había dejado inconsciente. Entonces lo escucho, el sonido de la puerta abriéndose. Todo estaba tan oscuro que lo único que veía era su difusa silueta contra la gran ventana de la sala. Sin prender la luz vio como el sujeto e acercaba a la gaveta y empezaba a buscar algo en su interior. Era él, tenía que ser él. Tendría que hacer su movimiento rápido y preciso, ella estaba por llegar y no sabía cuándo sería.

Sigilosamente entró en la cocina y tomó uno de los cuchillos que encontró. La silueta seguía buscando en la gaveta cuando él llegó por detrás. Con un rápido e implacable movimiento clavó una, dos y tres veces el cuchillo hasta que la hoja estuvo completamente adentro. Escuchó un leve gemido y sintió como la sangre corría por el mango y llegaba hasta su mano. Soltó el cuchillo y vio como la masa caía. Caminó unos pasos u con la mano encontró el interruptor de la luz. Lo había logrado, había evitado el homicidio de su esposa. Prendió y de nuevo se acerco al individuo.

Se detuvo en seco y su mente dejó de pensar. Su rostro se convirtió en una mueca desfigurada y sus manos cayeron a sus costados sin la fuerza suficiente para levantarse. Detrás de la mesa del comedor estaba ella, tendida en el suelo, con un cuchillo en su espalda mientras su sangre empezaba a regarse sobre la alfombra.

La puerta empezó a abrirse y su cuerpo se movió por inercia hacía el baño. Pero no era inercia, por alguna razón el control sobre sus movimientos ya no le pertenecía. Ya no era capaz de pensar en otra cosa que no fuera la imagen de su esposa muerta, no, asesinada por él mismo en un intento por salvarla.

Por la rendija de puerta entreabierta se vio a él mismo acercarse al cuerpo sin vida, y sintiendo que su cuerpo no era suyo, salió y corrió hacía su figura, se vio voltearse y reconocerse, y sin saber porque, lo único que fue capaz de hacer fue golpear a ese sorprendido reflejo suyo.


sábado, 5 de septiembre de 2009

Sobre la madurez

Poniendo en claro el hecho de que la madurez no existe, lo único en lo que podemos basarnos para argumentar el crecimiento (o la falta de él) de una persona es su nivel de conciencia. La vida se encarga de poner en el camino de una persona experiencias (buenas y/o malas) que permiten que ésta, si las interpreta de la manera correcta obtenga una conciencia diferente, aplicable no solo a situaciones del mismo tipo sino también a las asociadas. En la medida en que dos personas hayan vivido más cosas y a su vez tengan más conocimientos, estas dos personas podrán entablar una conversación, no necesariamente en los mismo términos pero por lo menos en igualdad de condiciones. Del mismo modo, en la medida en que se obtienen más conciencias, los individuos pueden actuar de manera más acertada en las diferentes clases de situaciones que se les presenten.

jueves, 20 de agosto de 2009

On A Memory Lane 1

Extraído desde los más recónditos archivos de mi antiguo computador...

La soledad..... reflejada en una persona, en su individualidad, sus pensamientos introspectivos, su propia vista del mundo..... no hay nadie que lo acompañe, nadie que comparata sus ideas..... esperando a que llegue el fin, inmovil..... perdido en la inmensidad de su cabeza, toda clase de pensamientos pasan por su mente, algo le falta, se siente vacio, sin embargo agusto, libre de impurezas, libre de hipocresias, libre de personas fastidiosas..... libre..... tal vez la muerte sea su unica salida de este estupido mundo..... para dejar de vivir sin una causa..... para no estorbar a las pocas personas que todavia lo aprecian.... para no ver como el mundo se daña..... para no ver mas a los que estan a su alrededor..... no esta seguro que alguien lo quiera..... no tiene nadie por quien vivir..... las personas que quiere lo terminan odiando..... o simplemente lo ignoran..... no es que en realidad le importe..... solo siente aversión por todas aquellas personas equivocadas que sienten compasion y se niegan con todas sus fuerzas a conocerlo..... aunque él tampoco se abre a los demás muy facilmente..... nunca lo hizo y mucho menos lo haría ahora..... pocos son los que se atreven a hacer lo que para muchos es imposible..... hablar con alguien a quien ven como un ogro..... como un total extraño..... no sabe como se sienten las demás personas cuando estan con él..... pero él se siente bien con las personas que se le parecen..... sin embargo siempre vuelve a lo mismo..... a estar solo.....

jueves, 30 de julio de 2009

Andrea-Tomás (Nombre provisional)(Capitulo 1: Recuerdo)(Parte final)

Era una casa no muy antigua que después de ahorrar por varios años lograron comprar entre los dos. Dos plantas. Sala, comedor, baño y cocina abajo y cuatro cuartos arriba. Uno de ellos era utilizado como estudio, otro (la habitación principal) era el de Andrea y Tomás, los otros dos iban a ser ocupados por los dos hijos que planeaban tener.

Ahora la mayoría permanecía sin uso. Tomás había trasladado todo lo que le era útil a la habitación principal y en las otras el polvo no se había acumulado solamente por la limpieza que hacía la señora que contrato la madre de él para que fuera 2 veces a la semana.

Tomás se acostó en su cama. Era increíble, ni siquiera sabía como sentirse, si furioso o triste y desilusionado. Había estado prácticamente todo el día en el cementerio y ni siquiera una de las personas que alguna vez habían dicho apreciar a Andrea había aparecido, ni siquiera una. Tomás sabía que los padres de ella vivían desde hace mucho tiempo fuera del país y que probablemente la estaban recordando a su manera, pero los otros… era como si el resto del mundo se hubiera olvidado de la existencia de Andrea Torres, todos menos él.

No tenía sentido, no era posible. Andrea trabajaba en una fundación y había establecido lazos fuertes con muchas personas, les había cambiado la vida además.

Ninguna tarjeta que no respondería, ninguna llamada que no contestaría. Estaba más solo de lo que había estado un año atrás y más de lo que jamás estaría.

El sopor fue invadiéndolo lentamente, cerrando sus ojos sin que el se diera cuenta.

jueves, 23 de julio de 2009

Andrea-Tomás (Nombre provisional)(Capitulo 1: Recuerdo)(Parte 3)

A medida que se acercaba, Tomás empezó a ver las cosas más claramente. Era increíble (hasta para el) que no hubiera notado la llegada de un grupo tan grande de personas, debían ser por lo menos 50, o más.

Tomás odiaba los funerales, pocas personas habían estado en tantos funerales como él, y haber vivido la experiencia tantas veces le había hecho darse cuenta de que exceptuando pocos casos en su totalidad, y a ciertas personas, todos eran una farsa, un despliegue innecesario (e hipócrita por demás) de lagrimas y tristeza.

Todos los asistentes expresaban sus condolencias a la familia del fallecido. Condolencias en su mayoría falsas porque nadie sentía en realidad la tristeza. “lo siento mucho” era la frase que más odiaba (y que lo asustaba al mismo tiempo), se adquiría un compromiso demasiado grande incluyendo el verbo “sentir” en cualquier tipo de frase.

- ¿Cuánto le habrá dejado a la esposa y los hijos? – preguntó una señora a otra mientras Tomás pasaba cerca de ellas.

¿Cuántas veces había escuchado eso Tomás? Simplemente paso de largo sin siquiera fijarse en toda la parafernalia que le estaban poniendo al asunto.

Caminó lentamente, sintiendo cada gota que impactaba su cabeza y su cara. Después de unos segundos divisó el gran portón metálico. El vigilante, que parecía reconocerlo ya, asintió y se despidió de Tomás con la mano.

“Si no fuera un cementerio, esto sería muy bonito” pensó Tomás al dar una última miradla lugar donde reposaban los restos de Andrea.

El arco de la entrada tenía tres estatuas de ángeles, guerreros al parecer.

- ¿Sabe usted por qué tienen espadas?

Tomás se sobresaltó, miró a su lado derecho. No sabía cómo ni cuando pero la mujer con la que había discutido antes había legado a su lado. Había algo tremendamente familiar en ella y en el momento en general.

- Son para proteger a las almas que residen dentro del cementerio – dijo ella sin esperar respuesta – Bueno… me disculpo por lo de ahora, hasta luego.

De la misma manera en la que había pasado ya, Tomás no fue capaz de articular palabra mientras la veía marcharse.

Todo eso era demasiado extraño para el. Hacía mucho que no tenía contacto más allá del estrictamente necesario con nadie, y menos con una mujer. Y aunque nunca fue muy elocuente, Tomás temía haber perdido por completo la habilidad para entablar una conversación.

Además estaba ese misterioso aire que rodeaba a esa mujer, ¿Por qué todo lo que decía y lo que pasaba le parecía tan familiar?

Tomás empezó a caminar de nuevo. Simplemente los dos, condenados tal vez a estar juntos eternamente, Tomás y su soledad.

Al cabo de unos minutos llegó a su casa, demasiado grande desde que había muerto Andrea y todas las ambiciones que sobre ella desaparecieron.