Siento como si hubieran pasado un millón de años desde la última vez que escribí algo solo por el hecho de escribir, solo por el gusto. Mi actividad literaria se ha visto un poco interrumpida por varios motivos, dentro de los cuales el principal ha sido la universidad... aunque supongo que la falta de constancia de mi parte también ha influido de gran manera. Alguna vez leí de algún autor, tal vez García Marquez, que decía que muchos de los escritores nuevos creían que escribir era un simple ejercicio de inspiración, escribes cuando algo se te ocurre, y cuando no se te ocurre nada, cuando no estas inspirado, no, y que en realidad no veían a la escritura como eso, un ejercicio. Que no se trata solo de inspiración sino de constancia, de sentarse frente a una hoja en blanco, o una pantalla, o lo que sea, y escribir. He de admitir que tal vez eso me ha faltado un poco. Creo que me he visto envuelto en una serie de proyectos diferentes, y que me he dejado consumir un poco por ellos, y he dejado de lado un poco esta actividad que me gusta tanto como lo es el escribir. No se si lo hago bien o mal, como ya lo he dicho eso esta solo a criterio de quien este leyendo esto, pero sé con seguridad que me gusta.
"Como el Mar"... no puedo evitar pensar que es un título algo cliché, y sin embargo es tal vez el más apropiado para el texto. Escuchando, además, ese título uno esperaría encontrarse con un poema (o al menos eso me pasa a mi), pero no, puede que para algunos tenga un alto contenido "poético", puede que para otros no, pero creo que acierto cuando digo que no es poesia.
Él era como el Mar. Y no solamente porque siempre le hubiera encantado esa gran masa de agua que cubre la mayor parte de la Tierra. No solamente porque la amara de una manera que no comprendía, o porque amara de igual manera al agua por si sola. No.
Él era como el Mar, inpredecible y misterioso. Él era como el Mar porque ni siquiera las grandes marineras que lo habían explorado podían decir que lo conocían en su totalidad. Él era como el Mar porque había partes suyas tan profundas como las Marianas, tan profundas, en las que habitaban sentimientos y sensaciones, temores y seguridades que estaban sumidas en una oscuridad tan penetrante que estaban ocultas incluso para él, el mayor experto en el mundo en lo que a él mismo respectaba. Él era como el Mar porque había partes suyas que eran tan densas como el Mar Muerto, en las que nadie podía adentrarse sin hacer un esfuerzo que para muchos no valía la pena.
Él era como el Mar, agitado e insoportable. Él era como el Mar porque era como el agua salada que entra en tus ojos y te irrita en un comienzo, él era como esa agua salada que no tiene más opción que aceptar su naturaleza y esperar que la aceptes tal y como es, que no cambía para complacerte y que es igual en cualquier parte y cualquier momento, por lo que, al igual que el agua salada que entra en tus ojos, no era del agrado para muchos, no era del agrado para todas esas personas que despues de esperar horas en un vuelo, o metidas en un carro, llegan al mar y salen cinco minutos despues porque no aguantan el agua salada que entra en sus ojos. Él era como el Mar porque había momentos en los que se encontraba inquieto y curioso y no paraba, no paraba por nada, y las personas sentían que no podían estar a su lado, como cuando el Mar esta inquieto y las olas golpean fuerte contra las costas antes de un huracán. De cuando en cuando, uno que otro surfista arriesgado, valiente o simplemente temerario se atrevía a tratar de conquistar sus olas. Muchos salían solamente lastimados por la fuerza de sus olas, por sus duras e implacables palabras. Pero, de cuando en cuando, alguien lo lograba, solamente para darse cuenta de que lo único que había logrado conquistar era la costa y que todavía faltaba mucho camino por recorrer antes de poder ir mar adentro.
Él era como el Mar, engañoso a los ojos inexpertos, y aún a los expertos siempre se les escapaba algo. Él era como el Mar porque en la superficie parecía sereno y casí inmutable, pero abajo las cosas eran diferentes. Esa superficie de perfección que tanto se empeñaba en conservar existía solamente para que nadie viera lo que en realidad pasaba en su interior, para que nadie se diera cuenta de que en realidad era solamente un pequeño pez tan asustadizo que no quería integrarse al cardumen, asustado por el contacto y por que tal vez alguien que él no quisiera viera lo que era. Él era como el Mar porque esa superficie apacible lo separaba del resto del mundo y lo hacía tierra de nadie, un ecosistema aparte del que, aunque llegaba siempre información nueva, no se sabía mucho. Él era como el Mar porque debajo de esa superficie apacible, mil y una corrientes se movian sin control y a veces sin sentido.
Él era como el Mar porque pocos se atrevían a internarse en él. Él era como el Mar porque muchos le temían. Él era como el Mar porque lo amaba y siempre había querido ser como él. Él era como el Mar. Si.
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